La ilustración misma, con pocas palabras dice mucho.
Añadiría, además, que no se trata sólo de poder o no poder oír, sino que
incluso los gestos y las actitudes, son muchas veces mucho más elocuentes que
las palabras, se oigan o no se oigan, con lo cual es también una cuestión de
saber tomar la actitud correcta y adecuada, que es lo que delata a cada cual
como la persona que es, y es lo que la define en su mayor o menor calidad
humana. Con lo cual, dicho de otra forma, oiga mal o no oiga una persona con
discapacidad auditiva, sí nota mucho cuando los demás la excluyen y con ello la
desconsideran, o cuando la integran y con ello la respetan.
Magnífica historia de amor sobre una muchacha sorda, en un vídeo de unos 11 minutos.
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