domingo, 21 de abril de 2013

TRABAJADORAS SEXUALES CUMPLEN FANTASÍAS DE PERSONAS CON DISCAPACIDAD




Hace unos días salió esta publicación en un periódico digital de habla hispana, muy vinculado al famoso “The Guardian”, tratando el tema de los servicios que ofrecen las “trabajadoras sexuales” (prostitutas) a las peticiones de los minusválidos. Cuando aquí se hacen campañas contra la prostitución, buscando culpabilizar y castigar con multas a los clientes para que no consuman servicios sexuales y se hagan cómplices de la prostitución, en realidad las prostitutas cumplen una gran función de utilidad social. Como todos sabemos, quienes están en contra de la prostitución suelen ser en general mujeres, que no quieren que los hombres sean atendidos por otras mujeres a cambio de dinero.

 

Pero la realidad que mucha gente de respetable mentalidad no quiere reconocer es que las prostitutas son necesarias para satisfacer las necesidades afectivas y sexuales que no sería posible de encontrar en las mujeres de la vida normal, incluso muchas veces con las del propio matrimonio, con lo cual andamos sobrados de hipocresías, pues como norma y salvo algunas excepciones, a ninguna prostituta se le obliga a ofrecer sus servicios sexuales o afectivos a cualquiera dispuesto a pagárselos. Si no fuera por ellas, incluso habrían muchísimas más separaciones y divorcios de las que ya hay. Y sin ellas, tanto los minusválidos, como los viejos verdes, y toda la legión de solteros que ninguna chica quiere, no podrían disponer de esa calidad de vida que supone poder disfrutar del sexo, dejando atrás stress, ansias y mala leche, y sintiéndose más relajados después del servicio de la “trabajadora sexual”, que igualmente se queda contenta la prostituta después de haber cobrado por la faena, que tiene la misma dignidad que cualquier otro trabajo, y el minusválido se ha gastado con buen provecho una parte del contenido de la pensión que cobra cada mes. 


Y no sólo se trata de servicios sexuales, sino también de servicios de compañía. Tenemos que hacer que la sociedad supere esos absurdos tabúes ya. Por otra parte es de agradecer que cada día hay más prostíbulos accesibles y adaptables, con rampas y ascensores, que los hacen aptos para toda clase de públicos.  

 
He aquí el contenido del artículo que os lo dejo junto al enlace, para que leáis, reflexionéis y juzguéis:


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Supongamos que eres un hombre o una mujer con algún tipo de parálisis cerebral, pero con órganos genitales funcionales. Requieres ayuda para ir al baño, para vestirte, para comer. Puede que hayas desarrollado la fuerza de caracter suficiente como para entrenarte y realizar por ti mismo muchas labores fundamentales, pero hay algo que falta: no puedes masturbarte, por ejemplo. ¿Pedírselo a alguien? ¿Qué crees que diría?
Hombres y mujeres en situación de discapacidad física han encontrado alegría y compasión gracias a la ayuda de trabajadoras sexuales. El oficio más viejo del mundo cobra así una dimensión ajena al hedonismo sexual que las mentes puritanas no dejan de condenar para prestar, en cambio, un servicio valioso para muchas personas, a veces por primera vez.
Tuppy Owens es una terapeuta sexual que ha ayudado a decenas de personas discapacitadas a disfrutar de su cuerpo, en ocasiones por primera vez en sus vidas. Es fundadora de una línea de asesoría sexual y creadora de un sitio web (TLC), que desde el año 2000 ayuda a las personas con discapacidad y sus familias a encontrar trabajadoras sexuales responsables que puedan hacer realidad las fantasías por tanto tiempo postergadas.
Al menos en Inglaterra este fenómeno está cobrando relevancia, afirma Owens. El documental Can Have Sex Will Have Sex, por ejemplo, explora la vida sexual de cuatro personas con discapacidad, uno de los cuales pierde su virginidad con una trabajadora sexual contratada por su madre. En el caso de hombres, comenta Owens, muchas veces son las madres (más que los padres) quienes establecen el primer contacto con una escort para sus hijos, como en el caso de un hombre de 38 años que perdió su virginidad en su cumpleaños. La escort incluso llevó un pastel.
 ”Si una personas con discapacidad pierde su virginidad con una trabajadora sexual de modo que le enseñe sobre su cuerpo y sobre cómo satisfacer a una pareja, puede prepararlos para volverse individuos con confianza en sí mismo, preparados y con habilidades sexuales que puedan encontrar una pareja después”, dice Owens.
En el caso de mujeres con discapacidad parece haber algo de diferencia. Los tabúes sobre la contratación de sexoservidoras, si bien se agrieta un poco en el caso de los hombres, en el de las mujeres sigue encontrando resistencias. Según Owens, las mujeres con discapacidad que ella ha conocido estarían dispuestas a pagar a un hombre para que las trate “con el lujo del placer”. Pero ellas no se lo piden a sus madres o sus padres: en caso que se decidan, curiosamente prefieren el cuidado de una sexoservidora femenina.
Y es que las trabajadoras sexuales profesionales están capacitadas y preparadas par dar placer y mostrar las maravillas del cuerpo humano. En conjunto con una familia lo suficientemente consciente como para dejar de tratar a su paciente con discapacidad precisamente como “paciente” y empezar a tratarlo como ser humano, las sexoservidoras pueden ser una ayuda inmejorable y en ocasiones la única oportunidad para que los discapacitados gocen de su cuerpo.
La película The Sessions, protagonizada por Helen Hunt, ha comenzado a generar olas de conciencia, preguntas y destape de tabúes con respecto a esta particular situación, además de poner en perspectiva las transacciones sexuales y la prostitución, quitándoles el tabú del mero intercambio económico e integrándolas a un contacto de orden casi espiritual. Este contacto es, para muchas personas, el primer tacto no-médico que tienen con un ser humano fuera de su familia.
Nuestra sociedad –superficial, consumista, desechable– nos enseña que el sexo y el disfrute que proviene de él son exclusivos de la juventud, de los cuerpos “bellos”, sea como sea que los definamos, y que hay todo un espectro de la población que es asexual por unanimidad en el imaginario: este espectro podría abarcar a los ancianos tanto como a las personas con discapacidad –gente que por una enfermedad, accidente o condición de nacimiento se ha visto privada de uno de las experiencias fundamentales del ser humano. 



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