No es sólo que existan muchos ciudadanos gamberros y
carentes de sentido común que son los que ocupan los aparcamientos reservados
para los minusválidos (algunos incluso de forma legal, utilizando la tarjeta de
minusválido del pariente o amigo discapacitado que lo presta, con todo lo que
representa en nuestro país, famoso por ser la cuna de la picaresca, y
naturalmente con la complicidad y el visto bueno del propio minusválido que
presta su tarjeta, so pena de que se le tache de ingrato); sino que también los
que deberían de ser los primeros en predicar con el ejemplo, los agentes de la
ley, aparcan por donde más cómodamente les sale del forro.
“Estamos cumpliendo una función social al servicio de los
ciudadanos” –nos excusarán los policías-, “y es que no habíamos encontrado
aparcamiento en otro sitio”. Pues bien, como se dice por ahí en el colectivo
minusválido: “Si me quitas la plaza de aparcamiento, lleváte también mi
minusvalia”.
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